lunes, septiembre 29, 2008

En los límites de la frontera...

Siempre he pensado que las fronteras son entes con personalidad y movilidad propia. Se expanden, fijan y contraen según las necesidades del momento. De esta manera, uno se va deslizando por este lado de la esfera y puede, en según que condiciones, adivinar la marca topográfica que delimita una frontera en un momento dado. Y este aparece en multitud de estados y formas. Para los más cerrados de mente, se le aparece un enorme muro de hormigón sembrado de mortal alambre de espino. En cambio, para las mentes más preclaras se dilucida como una mera marca de cal trazada entre las dos esferas. Es fácil atravesarla y cuando las condiciones lo requieren, un simple salto nos acerca de nuevo a la soez dimensión actual. El equilibrio es aqui determinante para evitar la tentación de quedarse al otro lado de la frontera. En un momento dado, la puerta se puede cerrar y podemos quedarnos atrapados y las consecuencias son totalmente impredecibles. De nada sirven los algoritmos probabilísticos, por muy voraces que sean. La metaheurística puede volverse contra nosotros de manera agresiva y entrar en un bucle de espacio y tiempo sin fin. Una tragedia en el mayor número de los casos.

Pero con el tiempo uno aprende a modular los espacios de tiempo y acompasarse con la frontera y llevarla a los niveles óptimos de convivencia. Se crea una sinergia unidimensional que se integra perfectamente con la situación creada o simplemente generada por el cúmulo de situaciones paranormales. Entonces el regreso a este lado de la esfera es gradual y no suele comportar mayores daños que el causado por el desperezo innato al integrarse en la dimensión común. Por eso no tenemos que temer al flirteo con la otra esfera siempre que dispongamos de un equilibrio. Es importante. Vital. Muy a tener en cuenta por aficionados al uso que quieren imitar a los verdaderos expertos en cruzar fronteras.

Todo esto se traslada a la vida común y cotidiana como si nada. El poder del equilibrio es inmenso y nos permite vivir dos vidas en una. Quizás tres en un nivel experto, pero poco recomendable por la complejidad del trenzado que puede llegar a saturarnos de señales, perder el oremus y ver como la puerta de salida se desvanece a impulsos eléctricos. Y con esto quiero llegar al punto importante de la cuestión: ¿Por que traspasar la frontera? No se trata de hacerlo por capricho o simplemente por lidiar con el otro lado de la esfera. Se tienen que dar unas condiciones extraordinarias, paranormales y en cierta manera mágicas. A no todo el mundo se le han presentado estas condiciones de una manera natural o aleatoria. No es cuestión de forzar situaciones o peor de todo, simularlas. Estos elementos se conjuntan en una extraña espiral y la puerta se abre sin apenas tocarla. Existen riesgos, pero estos son totalmente asumibles por la calidad del aire, del momento, de la experiencia, del enriquecimiento a nivel personal. El poder presumir ante nuestro otro yo de haber tenido un auténtico lujo de espacio de tiempo. Se podría comparar a darle un bocado al pan élfico que nos da la energía mental necesaria para continuar peleando en esta esfera. Una energía mágica que otorga un subidón controlado de endorfinas y placeres visuales y acústicos jamás diseñados en este lado. Y como navegantes intrépidos entre estas dos aguas es muy importante preservar nuestras cartas de navegación y guardar con celo las experiencias vividas o al menos tan solo destilar parte de ellas. Llega al punto de convertirnos quizás en miembros de una sociedad secreta. Mimar nuestras conexiones y ser cautos con la entrada y salida en la otra esfera. Y una vez más, se evoluciona a un nuevo estado y nuestros movimientos se tornan naturales y el paso de un lado a otro de la frontera pasa totalmente inadvertido para el resto de los mortales. La frontera se adecúa a nuestras necesidades y el equilibrio se torna totalmente sostenible. A cada paso de la frontera uno se vuelve más sabio y el límite totalmente asumible.

sábado, septiembre 20, 2008

Viejunos

El otro día ley una gran cita de Pepe Colubi en su columna de Cinemania: "Alguien con muy mala leche ha decidido que a determinada edad debes abandonar actividades tan saludables como el cómic, los cofres de DVD, las gominolas con sabor a cola, Metallica, el body surf o la tontuna en general". No pude evitar sonreír para mis adentros pues había estado pensando seriamente en este asunto. Una vez más, los elementos mesíanicos se conjuntaron y ví una luz que me iluminó tenuamente. Está de moda hoy en día hablar de los relevos generaciones, de los dictados biográficos al uso y de cronología social. Se habla de la Generación X a la que posiblemente, quiera o no, pertenezco. Aunque siempre he sido un tanto esquivo a la hora de declarame o hacerme miembro de hecho de alguna tribu, banda o club de pacotilla. La generación del 70 es quizás la que se mece entre dos aguas. Como en un agujero negro de los que muchos no quieren salir. Ahora detecto que los de la generación del 80 se casan por lo religioso, quieren hijos y un monovolumen. Y mis contemporáneos siguen quedando para echar cervezas por la tarde, van de conciertos, miran a las chicas y bravuconean los domingos narrando la noche tan agitada que han tenido. Y yo la verdad, permanezco como cercano espectador de estos sucesos y alguna que otra vez me implico, pues la mejor manera de contar historias es viviéndolas.

Y con esto llego al nuevo orden social establecido de manera aleatoria. Por diversas circunstancias los elementos se alinean en un caprichoso orden y un nuevo mundo paralelo se abre. Una nueva vía auxiliar que se cierne con el firme propósito de crear detonantes temáticos y eso a mi la verdad, me encanta. Los chicos de ayer, que compartían calimochos, conciertos y tertulias disipadas por los decibelios del local se reúnen de nuevo... Con el objetivo de seguir haciendo lo de antes. Seremos más viejos y más sabios, pero la esencia permanece y solo hace falta crear la chispa adecuada. Y ahora somos los viejunos, que seguimos con los tejanos y roídas camisetas de grupos musicales. Que siguen compartiendo cachis de calimocho. Que siguen quedando cuatro horas antes de un concierto. Que siguen berreando himnos generacionales formando un corro en los pocos antros que siguen en pie. ¿Miedo a crecer? ¿Involución? ¿Síndrome de Peter Pan? Patrañas!!! Tampoco debemos colgarnos la etiqueta o medalla de supervivientes de un mundo mejor. No se sobrevive si se sigue en la cresta de la ola. Simplemente, se vive... Algunos expertos condicionan este estado de adolescencia prolongada a la falta de un elemento social clave para algunos: la pareja. Pero no estoy de acuerdo para nada. Seguro que mucha gente dejó de hacer sus cosas preferidas por que simplemente les aburría o les dio por otras. Y muchos otros encontraron a su presumible media naranja y abandonaron los caminos del exceso en pos de una vida tranquila y socialmente reconocida. Y cuando hablo de excesos no me refiero a beber como un cosaco o drogarse como una estrella del rock de los 70. Hablo de excesos a la hora de seguir leyendo cómics, ir a ver películas, de conciertos, empaparse de verborrea en tertulias en bodegas o abacerías. Excederse en patear la ciudad descubriendo nuevos sitios y aumentar el cupo de caras y gente conocida con las que poder tener un encuentro casual. Y mucha gente a la hora de emparejarse, se abandona a estos excesos y se abona a otros menos edificantes pero socialmente más sostenibles. No quiero parecer un abanderado de una causa que no sé primero como definir. Ni decir que somos mejores que los otros. Primero porque no me considero miembro ni practicante de una religión o modo de vida. Cada uno decide su vida e intenta parametrizar sus evoluciones a su gusto, aunque para ello deban renunciar a cierto tipo de excesos. Eso conlleva riesgos a medio plazo, pero todo lo que hace una persona es totalmente respetable.

Y los viejunos, como así nos hacen llamar, seguimos en la pomada. Para bien o para mal. Sin pretensiones ni nada que demostrar. Even flow! Y la vida sigue fluyendo intentando beber de todas la fuentes y de ir completando el puzzle que la vida nos ha regalado. Aunque quizás muchos no quieran completarlo y se abonen a tener piezas repetidas. Que cada uno proceda como bien quiera o pueda. El hecho que es que las conjunciones se repiten con más frecuencia y los eventos . Y para nada intento justificar los estados actuales, pues no es mi causa mostrarme orgulloso de un estado social particular. Cada uno es lo que es, porque básicamente alguien tiene que serlo. De nada sirve abonarse a este estilo de vida, porque básicamente no es un estilo que se pueda elegir libremente, viene dado por circunstancias paranormales y por la manera particular de ser de cada uno. No existe una fórmula con elementos y cantidades concretas. Y siempre llegamos al equilibrio que nos debe mecer entre las dos esferas y aunque a veces se peque de egoísmo personal el cruzar la frontera, mis ansias de estar en todas las pomadas me superan, aunque siempre es cuestión de equilibrio. Y los limites se definen por elementos temporales y sociales. O acaso, ¿las fronteras actuales de los países han sido siempre las mismas? Do the evolution...

jueves, septiembre 18, 2008

Vamos a tomar copas y fumar...

"Bares son amores, cuando cierran tarde". Decían los Siniestro Total años atrás... Y cierto es el estado de desasosiego que le entra a uno cuando está apurando su bien merecida caña, con la firme idea de pedir otra y aparece la escoba inquisidora del amo del bar anunciando el próximo cierre del local. Ya no queda compasión en esta esfera. Y más en ciertos momentos en los que uno se ubica en una vieja bodegueta o bar antaño modernista en buena compañía y conversación.

Pero debemos destilar un poco los momentos en los que uno se haya seriamente implicado en una sesión casual de beber y fumar. El tabaco es una aliado social de primer orden, de eso no cabe ningún tipo de duda. Hacemos uso de él para crear una pausa calculada ante una pregunta o afirmación comprometida. Otras para insuflar valor nicotinado a la hora de comentar o requerir otra situación un tanto o más comprometida. Pero está claro que hay sesiones de fumar y beber que tienen un especial significado por los elementos que se mecen de una manera totalmente aleatoria. Los tertulianos no recurren al reloj ni toquetean constantemente el móvil en busca de un mensaje de texto inexistente. Las horas se mecen tranquilas, pero seguras. Y la hora de corte surge espontánea sin traumas ni prisas. Entonces es cuando se mira el reloj y se da uno cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo. No hay que confundir el éxito de una sesión de fumar y beber con una batalla léxica y verbal, en que temas afloran por doquier y se habla de todo y por todo. Hay tiempo para las pausas, incluso para los silencios "que no molestan". Se debaten diversos asuntos y aunque los relacionados con temas de trabajo son inevitables, estos suelen ser barridos por prosa más auténtica y comprometida. La complicidad y convergencia de señales invisibles para el resto de los mortales tiene mucho que ver en el éxito de una sesión de este tipo. Normalmente uno aparece en el escenario de manera casual sin ningún tipo de objetivo previo. Ni pensar en lo que se va a decir o explotar un tema que tenemos de la mano para agasajar en la tertulia. Los temas van saliendo al vuelo y se van permutando con el éstado de ánimo.

Y no debemos equivocarnos. Una sesión de tomar copas y fumar no implica necesariamente acabar en un deplorable estado etílico. No es el objetivo ni mucho menos. Para eso recurriríamos al sector 'tajarín' del grupo de amigos o colegas, especializado en este tipo de misiones. Tomar copas y fumar en su puro estado es una filosofía que está al alcance de muy pocas personas. Se puede llegar a convertir en una marca de la casa o incluso en una señal secreta que sólo los auténticos militantes conocen, conservan y sobre todo cuidan. El mundo está lleno de secretismos y señales herméticas que vamos creando para proteger nuestra auténtica esencia. Muchos de esta esfera quieren entrar en el círculo pero no todos estan preparados y de nada sirve una mera declaración de intenciones. Otros se suben al carro aparentando poseer la esencia de este noble arte pero son rápidamente descubiertos y ellos mismos se deshechan ante el aura negativo que perciben por parte de los poseedores de la auténtica esencia. Con ello no quiero hablar de sectas o sociedades secretas. Tan sólo se requieren una serie de virtudes, casi todas ellas innatas y vocacionales. De nada sirve aparentar, los impostores son rápidamente descubiertos.

Quizás algunos denoten cierta disposición elitista en mis palabras. Para nada. Somos los que somos y nos mecemos por los designios del tiempo y las complicidades enquistadas en las esquirlas del momento. Sólo sé que me gusta tomar copas y fumar en el sentido puro de la palabra. Se puede considerar un estilo de vida, un complemento vital e incluso una necesidad temporal. Nuestra vida está llena de momentos, muchos de ellos secuenciales y es importante engancharse de vez en cuando a cierto caos controlado. Las asimetrías son necesarias y muchas veces se ciñen involuntarias al holograma del momento. Sin buscar algo finito, ni meta que una vez cruzada nos haga desentendernos de esta porción de tiempo. Al final de un camino, si es que le queremos llamar final, se abre otro y se ramifica en los estratos contemporáneos en pos de un futuro fructífero a nivel de vivencias personales. Nunca hay un final. Incluso después de nuestra muerte corpórea se abre un universo de dimensiones insospechadas. Se puede vivir en el tren de la mediocridad y estados sociales marcados cronologicamente o vivir solapados con los que nos ofrece la otra dimensión. Ciertamente, me gusta tomar copas y fumar...

martes, septiembre 16, 2008

Cuestión de equilibrio...

Muchas veces nos hemos planteado si nuestro devenir por este lado de la esfera está sujeto a un caprichoso plan. O simplemente nos regimos por un cuaderno de ruta que vamos modificando según las variables que en forma de escollos, van surgiendo por el camino. Y todo se trata al final de un curioso equilibrio entre las dos esferas. Llevo tiempo pensando en el asunto. Y en las probabilidades de éxito en esta misión que es la vida. Aunque debemos detenernos y pensar seriamente si en verdad tenemos una misión o nos dedicamos a vagar en una única dirección, pero con el cambio de sentido prohibido. Uno puede tener su propio manual de estilo y ceñirse a lo que está bien o mal desde su punto de vista ético. Pero a veces las condiciones especiales del momento hacen que tengamos que cerrar el manual y adaptarnos a las posibilidades del momento, y más cuando concurren circunstancias extraordinarias. Algo que se salga de lo común. Lo paranormal y las sinergias que coinciden en un momento dado. A veces debemos obviar lo evidente y apartarnos del camino, pero otras veces, las fuerzas del universo se alían en una extraña convergencia y es cuando prima aprovechar el momento y encauzarse en una dimensión paralela.

Es complicado de explicar si no se vive. Y más complicado de entender para terceras personas, si no se entiende. Se necesita tener un punto más allá en la conciencia, una sexta velocidad que no todos poseen. Una situación crítica en condiciones normales conlleva un giro de 180 grados y una huida. La no confrontación con entes que puedan condicionar nuestro camino. Y es entonces cuando surge el equilibrio natural y endémico que muy pocas personas poseen. Apartado de los convencionalismos y las trabas sociales de mentes estáticas y por lo tanto, erráticas. Las condiciones quizás sean adversas vistas desde el prisma convencional de gran parte de los mortales. Pero quizás talentosas y fértiles para propósitos más espirituales. Es el momento de las mentes preclaras. De las que ven el holograma humano y pueden atisbar el aura del conocimiento. Y con esta tesitura el equilibrio de poderes se mantiene y hace que las cosas discurran de una manera más ordenada dentro del posible caos latente. Uno se pone a pensar en los pros y en los contras, siempre desde la perspectiva de la mente afilada. Es cuando hay que aprovecharse de ese universo personal y enriquecedor que se nos ofrece. Quizás la puerta a esa dimensión sólo se abra una vez en la vida y luego no hay peros que valgan. Los famosos "y si" aquí pierden toda credibilidad. Son muchos los factores que tienen que coincidir para que la puerta se abra. El algoritmo probabilístico ejerce su poderosa fuerza y nos puede sumir en cierta perplejidad y escepticismo a la hora de cruzar el umbral. Una vez dado el paso, se sube un peldaño sobre la dimensión conocida y un microcosmos enriquecedor se nos ofrece en todo su esplendor. Pero la puerta tiene cierre retardado y hay que saber salir de esta dimensión en el momento indicado. Y no existen las variables fijas. Sus valores se mutan en consonancia con los tiempos. En las últimas unidades de tiempo, he podido morar en esta dimensión en muchas ocasiones y siempre he vuelto al mundo de los normales sin secuelas ni prejuicios. Estoy convencido de que el equilibrio es posible entre las dos esferas. Y cuanto más veces se abre, más sabio soy y más soez me parece la dimensión conocida. Aunque esta es necesaria para seguir llevando nuestras vidas de mortales navegando en baremos aparentemente sociales. Esto puede llegar a convertirse en una espiral de despropósitos si nos abandonamos a los requiebros de buena parte de los mortales. Es entonces cuando aparece el equilibrio y este nos mece dulcemente a ambos lados de la esfera.

También hay que pensar en los posibles daños coletarales que se puedan infligir al resto de los mortales. Pero entonces surge el egoísmo propio. El que otorga el poder de saber entrar y salir de esa dimensión que tanto nos enriquece. Es entonces cuando me doy cuenta del tesoro particular que poseo y que pasa desapercibido para el resto de entes que pululan por estos sectores. La complicidad se agudiza y los sentidos se afilan. Se crea un código propio de comportamiento y de comunicación encriptado que pasa totalmente inadvertido. Una serie de estelas de complicidad manifiesta. De atesoramiento de conocimientos y cultura quizás un tanto fuera del alcance de los moradores de este lado de la esfera. Pero lo cierto es que estoy dispuesto a seguir en esta tesitura que considero apropiada y enriquecerme cada segundo que more en la otra dimensión. Todo es cuestión de equilibrio y este se haya en un momento óptimo de fuerza. Las condiciones dadas son totalmente extraordinarias y no existen precedentes en el libro de los tiempos. No hablamos de convencionalismos ni de migajas morales o éticas. Es todo infinitamente superior. Tanto, que no se han acuñado términos para describirlo. Quizás los druidas del futuro empaquen el significado y la fuerza de este momento para labrar y cultivar una nueva guía de una civilización altamente cualificada para lidiar con la desidia que acecha nuestra actual dimensión. El poder de lo no evidente. El de las energías no detectadas por los sistemas actuales. El poder de una nueva escala cromática. El de un nuevo poderoso lenguaje camuflado y modulado en la verborrea común. La fuerza de la anticipación y de captar seres y estares. De anticipar hechos y mutar en brillante consonancia con los movimientos siderales. Todo esto es demasiado poderoso como para dejarlo de lado y no atender a los ofrecimientos que la otra esfera nos ofrece. Es simplemente, cuestión de equilibrio...