martes, septiembre 16, 2008

Cuestión de equilibrio...

Muchas veces nos hemos planteado si nuestro devenir por este lado de la esfera está sujeto a un caprichoso plan. O simplemente nos regimos por un cuaderno de ruta que vamos modificando según las variables que en forma de escollos, van surgiendo por el camino. Y todo se trata al final de un curioso equilibrio entre las dos esferas. Llevo tiempo pensando en el asunto. Y en las probabilidades de éxito en esta misión que es la vida. Aunque debemos detenernos y pensar seriamente si en verdad tenemos una misión o nos dedicamos a vagar en una única dirección, pero con el cambio de sentido prohibido. Uno puede tener su propio manual de estilo y ceñirse a lo que está bien o mal desde su punto de vista ético. Pero a veces las condiciones especiales del momento hacen que tengamos que cerrar el manual y adaptarnos a las posibilidades del momento, y más cuando concurren circunstancias extraordinarias. Algo que se salga de lo común. Lo paranormal y las sinergias que coinciden en un momento dado. A veces debemos obviar lo evidente y apartarnos del camino, pero otras veces, las fuerzas del universo se alían en una extraña convergencia y es cuando prima aprovechar el momento y encauzarse en una dimensión paralela.

Es complicado de explicar si no se vive. Y más complicado de entender para terceras personas, si no se entiende. Se necesita tener un punto más allá en la conciencia, una sexta velocidad que no todos poseen. Una situación crítica en condiciones normales conlleva un giro de 180 grados y una huida. La no confrontación con entes que puedan condicionar nuestro camino. Y es entonces cuando surge el equilibrio natural y endémico que muy pocas personas poseen. Apartado de los convencionalismos y las trabas sociales de mentes estáticas y por lo tanto, erráticas. Las condiciones quizás sean adversas vistas desde el prisma convencional de gran parte de los mortales. Pero quizás talentosas y fértiles para propósitos más espirituales. Es el momento de las mentes preclaras. De las que ven el holograma humano y pueden atisbar el aura del conocimiento. Y con esta tesitura el equilibrio de poderes se mantiene y hace que las cosas discurran de una manera más ordenada dentro del posible caos latente. Uno se pone a pensar en los pros y en los contras, siempre desde la perspectiva de la mente afilada. Es cuando hay que aprovecharse de ese universo personal y enriquecedor que se nos ofrece. Quizás la puerta a esa dimensión sólo se abra una vez en la vida y luego no hay peros que valgan. Los famosos "y si" aquí pierden toda credibilidad. Son muchos los factores que tienen que coincidir para que la puerta se abra. El algoritmo probabilístico ejerce su poderosa fuerza y nos puede sumir en cierta perplejidad y escepticismo a la hora de cruzar el umbral. Una vez dado el paso, se sube un peldaño sobre la dimensión conocida y un microcosmos enriquecedor se nos ofrece en todo su esplendor. Pero la puerta tiene cierre retardado y hay que saber salir de esta dimensión en el momento indicado. Y no existen las variables fijas. Sus valores se mutan en consonancia con los tiempos. En las últimas unidades de tiempo, he podido morar en esta dimensión en muchas ocasiones y siempre he vuelto al mundo de los normales sin secuelas ni prejuicios. Estoy convencido de que el equilibrio es posible entre las dos esferas. Y cuanto más veces se abre, más sabio soy y más soez me parece la dimensión conocida. Aunque esta es necesaria para seguir llevando nuestras vidas de mortales navegando en baremos aparentemente sociales. Esto puede llegar a convertirse en una espiral de despropósitos si nos abandonamos a los requiebros de buena parte de los mortales. Es entonces cuando aparece el equilibrio y este nos mece dulcemente a ambos lados de la esfera.

También hay que pensar en los posibles daños coletarales que se puedan infligir al resto de los mortales. Pero entonces surge el egoísmo propio. El que otorga el poder de saber entrar y salir de esa dimensión que tanto nos enriquece. Es entonces cuando me doy cuenta del tesoro particular que poseo y que pasa desapercibido para el resto de entes que pululan por estos sectores. La complicidad se agudiza y los sentidos se afilan. Se crea un código propio de comportamiento y de comunicación encriptado que pasa totalmente inadvertido. Una serie de estelas de complicidad manifiesta. De atesoramiento de conocimientos y cultura quizás un tanto fuera del alcance de los moradores de este lado de la esfera. Pero lo cierto es que estoy dispuesto a seguir en esta tesitura que considero apropiada y enriquecerme cada segundo que more en la otra dimensión. Todo es cuestión de equilibrio y este se haya en un momento óptimo de fuerza. Las condiciones dadas son totalmente extraordinarias y no existen precedentes en el libro de los tiempos. No hablamos de convencionalismos ni de migajas morales o éticas. Es todo infinitamente superior. Tanto, que no se han acuñado términos para describirlo. Quizás los druidas del futuro empaquen el significado y la fuerza de este momento para labrar y cultivar una nueva guía de una civilización altamente cualificada para lidiar con la desidia que acecha nuestra actual dimensión. El poder de lo no evidente. El de las energías no detectadas por los sistemas actuales. El poder de una nueva escala cromática. El de un nuevo poderoso lenguaje camuflado y modulado en la verborrea común. La fuerza de la anticipación y de captar seres y estares. De anticipar hechos y mutar en brillante consonancia con los movimientos siderales. Todo esto es demasiado poderoso como para dejarlo de lado y no atender a los ofrecimientos que la otra esfera nos ofrece. Es simplemente, cuestión de equilibrio...