lunes, noviembre 17, 2008

Temblores en la otra esfera

Hace días hubo cierta inestabilidad en la otra esfera. Acostumbrado a lidiar la frontera con el equilibrio como cuaderno de bitácora, hubo una serie de circunstancias y variables no esperadas que alteraron el buen orden y causaron un pequeño temblor, felizmente subsanado desde el raciocinio. Anteriormente había comentado el riesgo de entrar y salir de la otra esfera, de evaluar riesgos y saber atemperar estados para evitar que la puerta se cierre. Y hablaba del poder de las mentes preclaras que sabían ubicarse en estos viajes y salir indemnes. Siempre se trata de un viaje paralelo con la otra esfera y cuando las circunstancias son óptimas, la puerta se abre, entramos, disfrutamos de ella y salimos con orden y criterio. Luego el viaje sigue, cada uno en su esfera. Las líneas siguen paralelas y pueden existir pequeñas divergencias o convergencias con un pequeño grado de desviación. Por norma general la convergencia gradual genera apertura y la divergencia nunca se debe excede de ciertos límites, pues ello conllevaría pérdida de señal y una posible incomunicación temporal.

Las experiencias vividas sirven para educar nuestro equilibrio y reconducirlo correctamente para evitar cierres apresurados. Y las normas por norma general, no existen. No existe un patrón que podamos calcar y saber en todo momento como actuar y como salir. A veces se producen extrañas conjunciones ajenas a nuestro control que nos hacen dudar o incluso rebasar ciertos límites no escritos. Factores externos aleatorios pueden jugar en contra nuestra y es cuando la otra esfera se puede volver inestable poniendo en peligro todo el orden establecido. Y así pasó. Llevaba una temporada en que por ciertas circunstancias la puerta no se había abierto. Y si se abría, lo hacía en extrañas circunstancias que impedían un total acceso en la otra esfera, causando cierto recelo. Cuando esto ocurre siempre hay un tiempo de acondicionamiento que nos permite estabilizarnos. El problema ocurre cuando la aparente apertura de la puerta ocurre en dos momentos muy seguidos de tiempo, cuando estamos en pleno proceso de adaptación. Estas nuevas variables, sumadas a la ansiedad en el fracaso de traspasar el umbral provocaron unas sinergias negativas que sacudieron a la otra esfera, que inmediatamente se defendió y causó una cierta inestabilidad. El punto de reposo actual se activó no demasiado tarde y tras los efectos colaterales de la inestabilidad creada, se produjo la consecuente estabilización del sistema. Las líneas divergieron a un punto importante pero rápidamente convergieron a un paralelismo, razonable para la gravedad del asunto. Todos estos datos y variables han sido asimilados y totalmente implementados en el nuevo cuaderno de bitácora. Sin que sea una ley escrita nos debe servir de lección y de referencia para posibles nuevos imprevistos.

¿La causa de esta inestabilidad? Se supone que el orden creado almacena por norma general las mismas variables y situaciones. Al incidir nuevos parámetros no conocidos provocaron una sobrecarga del sistema que directamente se desbordó en la otra esfera. Tras el tiempo de juicio y de reposo los sistemas parecen volver a funcionar correctamente. No sé si ello incidirá en próximas aperturas, pues la otra esfera aprende y se alerta. No le gustan las inestabilidades por pequeñas que sean y en este caso, como el error ha venido desde esta parte, deberemos ser pacientes y modularnos correctamente y sin ansias con las líneas paralelas.

Otro dato a tener en cuenta es el reparto de equilibrios entre las dos esferas. No existe una ecuanimidad ni un porcentaje fijo. Este reparto se va moviendo y modulando condicionado por referentes externos y otros factores. Algunas veces es cuando la otra esfera incide en el equilibrio a este lado y debemos saber también modularnos. Pues también la puerta se puede cerrar para la otra esfera. Es entonces esfuerzo de las dos esferas conseguir el equilibrio necesario. Esperemos que la otra esfera se estabilice y no nos tenga en cuenta el fallo de cálculo. Las líneas ahora se distribuyen paralelas y uniformes.

Y a veces me pregunto porque quiero cruzar la puerta. Existen riesgos, aunque de momento calculados. Aquí el raciocinio si aparece con fuerza. Y me gustaría hacer una representación gráfica de todo esto, aunque seguiré utilizando la prosa, que aunque a veces un tanto liosa sigue siendo la herramienta preferida para contar estados y ánimos.

Imagínense mi esfera o mundo como un conjunto de muchos elementos llamado ‘A’. Sería mi mundo real, el diario con todos mis asuntos, hobbies, conocimientos, roles, estados, personas, etc. Y otro mundo llamado ‘B’, que sería la otra esfera. Con muchos elementos propios y muchos de ellos diferentes. La intersección de elementos comunes A y B sería un buen caldo de cultivo para crear el estado óptimo de apertura de la puerta. Pero no, existen otras variables mágicas que acompañan a la intersección de elementos. Estados no escritos y para nada emulables o fingidos. Traspasar la frontera y ubicarse en esa intersección otorga un éxtasis mental de dimensiones intangilbles. Desarrollo de experiencias visuales y sonoras de diferente índole que suplementan y complementan el mundo real vivido y por vivir. Muchos definirían este estado como irreal. Como un sueño que tiene final y del que a veces no queremos despertarnos. Es cuando se activan las alertas para el regreso a la esfera pertinente. Entrar y salir conlleva riesgos como comenté en alguna ocasión. La ambición por querer saborear las mieles del otro lado debe ser comedida y regulada por el raciocinio. Las ganas y las ansias nos pueden llevar al extremo de querer forzar la apertura de la puerta y esta sólo se abre cuando se dan una serie de circunstancias mágicas y aleatorias. No existe ecuación ni fórmula ni por supuesto manual de combinatoria para abrir la puerta. Debemos dejar fluirnos por los momentos y la aleatoriedad paralela moverá sus mecanismos para que la entrada en la otra esfera sea sutil, cómoda y con un pasaporte de regreso no caótico ni traumático.

lunes, septiembre 29, 2008

En los límites de la frontera...

Siempre he pensado que las fronteras son entes con personalidad y movilidad propia. Se expanden, fijan y contraen según las necesidades del momento. De esta manera, uno se va deslizando por este lado de la esfera y puede, en según que condiciones, adivinar la marca topográfica que delimita una frontera en un momento dado. Y este aparece en multitud de estados y formas. Para los más cerrados de mente, se le aparece un enorme muro de hormigón sembrado de mortal alambre de espino. En cambio, para las mentes más preclaras se dilucida como una mera marca de cal trazada entre las dos esferas. Es fácil atravesarla y cuando las condiciones lo requieren, un simple salto nos acerca de nuevo a la soez dimensión actual. El equilibrio es aqui determinante para evitar la tentación de quedarse al otro lado de la frontera. En un momento dado, la puerta se puede cerrar y podemos quedarnos atrapados y las consecuencias son totalmente impredecibles. De nada sirven los algoritmos probabilísticos, por muy voraces que sean. La metaheurística puede volverse contra nosotros de manera agresiva y entrar en un bucle de espacio y tiempo sin fin. Una tragedia en el mayor número de los casos.

Pero con el tiempo uno aprende a modular los espacios de tiempo y acompasarse con la frontera y llevarla a los niveles óptimos de convivencia. Se crea una sinergia unidimensional que se integra perfectamente con la situación creada o simplemente generada por el cúmulo de situaciones paranormales. Entonces el regreso a este lado de la esfera es gradual y no suele comportar mayores daños que el causado por el desperezo innato al integrarse en la dimensión común. Por eso no tenemos que temer al flirteo con la otra esfera siempre que dispongamos de un equilibrio. Es importante. Vital. Muy a tener en cuenta por aficionados al uso que quieren imitar a los verdaderos expertos en cruzar fronteras.

Todo esto se traslada a la vida común y cotidiana como si nada. El poder del equilibrio es inmenso y nos permite vivir dos vidas en una. Quizás tres en un nivel experto, pero poco recomendable por la complejidad del trenzado que puede llegar a saturarnos de señales, perder el oremus y ver como la puerta de salida se desvanece a impulsos eléctricos. Y con esto quiero llegar al punto importante de la cuestión: ¿Por que traspasar la frontera? No se trata de hacerlo por capricho o simplemente por lidiar con el otro lado de la esfera. Se tienen que dar unas condiciones extraordinarias, paranormales y en cierta manera mágicas. A no todo el mundo se le han presentado estas condiciones de una manera natural o aleatoria. No es cuestión de forzar situaciones o peor de todo, simularlas. Estos elementos se conjuntan en una extraña espiral y la puerta se abre sin apenas tocarla. Existen riesgos, pero estos son totalmente asumibles por la calidad del aire, del momento, de la experiencia, del enriquecimiento a nivel personal. El poder presumir ante nuestro otro yo de haber tenido un auténtico lujo de espacio de tiempo. Se podría comparar a darle un bocado al pan élfico que nos da la energía mental necesaria para continuar peleando en esta esfera. Una energía mágica que otorga un subidón controlado de endorfinas y placeres visuales y acústicos jamás diseñados en este lado. Y como navegantes intrépidos entre estas dos aguas es muy importante preservar nuestras cartas de navegación y guardar con celo las experiencias vividas o al menos tan solo destilar parte de ellas. Llega al punto de convertirnos quizás en miembros de una sociedad secreta. Mimar nuestras conexiones y ser cautos con la entrada y salida en la otra esfera. Y una vez más, se evoluciona a un nuevo estado y nuestros movimientos se tornan naturales y el paso de un lado a otro de la frontera pasa totalmente inadvertido para el resto de los mortales. La frontera se adecúa a nuestras necesidades y el equilibrio se torna totalmente sostenible. A cada paso de la frontera uno se vuelve más sabio y el límite totalmente asumible.

sábado, septiembre 20, 2008

Viejunos

El otro día ley una gran cita de Pepe Colubi en su columna de Cinemania: "Alguien con muy mala leche ha decidido que a determinada edad debes abandonar actividades tan saludables como el cómic, los cofres de DVD, las gominolas con sabor a cola, Metallica, el body surf o la tontuna en general". No pude evitar sonreír para mis adentros pues había estado pensando seriamente en este asunto. Una vez más, los elementos mesíanicos se conjuntaron y ví una luz que me iluminó tenuamente. Está de moda hoy en día hablar de los relevos generaciones, de los dictados biográficos al uso y de cronología social. Se habla de la Generación X a la que posiblemente, quiera o no, pertenezco. Aunque siempre he sido un tanto esquivo a la hora de declarame o hacerme miembro de hecho de alguna tribu, banda o club de pacotilla. La generación del 70 es quizás la que se mece entre dos aguas. Como en un agujero negro de los que muchos no quieren salir. Ahora detecto que los de la generación del 80 se casan por lo religioso, quieren hijos y un monovolumen. Y mis contemporáneos siguen quedando para echar cervezas por la tarde, van de conciertos, miran a las chicas y bravuconean los domingos narrando la noche tan agitada que han tenido. Y yo la verdad, permanezco como cercano espectador de estos sucesos y alguna que otra vez me implico, pues la mejor manera de contar historias es viviéndolas.

Y con esto llego al nuevo orden social establecido de manera aleatoria. Por diversas circunstancias los elementos se alinean en un caprichoso orden y un nuevo mundo paralelo se abre. Una nueva vía auxiliar que se cierne con el firme propósito de crear detonantes temáticos y eso a mi la verdad, me encanta. Los chicos de ayer, que compartían calimochos, conciertos y tertulias disipadas por los decibelios del local se reúnen de nuevo... Con el objetivo de seguir haciendo lo de antes. Seremos más viejos y más sabios, pero la esencia permanece y solo hace falta crear la chispa adecuada. Y ahora somos los viejunos, que seguimos con los tejanos y roídas camisetas de grupos musicales. Que siguen compartiendo cachis de calimocho. Que siguen quedando cuatro horas antes de un concierto. Que siguen berreando himnos generacionales formando un corro en los pocos antros que siguen en pie. ¿Miedo a crecer? ¿Involución? ¿Síndrome de Peter Pan? Patrañas!!! Tampoco debemos colgarnos la etiqueta o medalla de supervivientes de un mundo mejor. No se sobrevive si se sigue en la cresta de la ola. Simplemente, se vive... Algunos expertos condicionan este estado de adolescencia prolongada a la falta de un elemento social clave para algunos: la pareja. Pero no estoy de acuerdo para nada. Seguro que mucha gente dejó de hacer sus cosas preferidas por que simplemente les aburría o les dio por otras. Y muchos otros encontraron a su presumible media naranja y abandonaron los caminos del exceso en pos de una vida tranquila y socialmente reconocida. Y cuando hablo de excesos no me refiero a beber como un cosaco o drogarse como una estrella del rock de los 70. Hablo de excesos a la hora de seguir leyendo cómics, ir a ver películas, de conciertos, empaparse de verborrea en tertulias en bodegas o abacerías. Excederse en patear la ciudad descubriendo nuevos sitios y aumentar el cupo de caras y gente conocida con las que poder tener un encuentro casual. Y mucha gente a la hora de emparejarse, se abandona a estos excesos y se abona a otros menos edificantes pero socialmente más sostenibles. No quiero parecer un abanderado de una causa que no sé primero como definir. Ni decir que somos mejores que los otros. Primero porque no me considero miembro ni practicante de una religión o modo de vida. Cada uno decide su vida e intenta parametrizar sus evoluciones a su gusto, aunque para ello deban renunciar a cierto tipo de excesos. Eso conlleva riesgos a medio plazo, pero todo lo que hace una persona es totalmente respetable.

Y los viejunos, como así nos hacen llamar, seguimos en la pomada. Para bien o para mal. Sin pretensiones ni nada que demostrar. Even flow! Y la vida sigue fluyendo intentando beber de todas la fuentes y de ir completando el puzzle que la vida nos ha regalado. Aunque quizás muchos no quieran completarlo y se abonen a tener piezas repetidas. Que cada uno proceda como bien quiera o pueda. El hecho que es que las conjunciones se repiten con más frecuencia y los eventos . Y para nada intento justificar los estados actuales, pues no es mi causa mostrarme orgulloso de un estado social particular. Cada uno es lo que es, porque básicamente alguien tiene que serlo. De nada sirve abonarse a este estilo de vida, porque básicamente no es un estilo que se pueda elegir libremente, viene dado por circunstancias paranormales y por la manera particular de ser de cada uno. No existe una fórmula con elementos y cantidades concretas. Y siempre llegamos al equilibrio que nos debe mecer entre las dos esferas y aunque a veces se peque de egoísmo personal el cruzar la frontera, mis ansias de estar en todas las pomadas me superan, aunque siempre es cuestión de equilibrio. Y los limites se definen por elementos temporales y sociales. O acaso, ¿las fronteras actuales de los países han sido siempre las mismas? Do the evolution...

jueves, septiembre 18, 2008

Vamos a tomar copas y fumar...

"Bares son amores, cuando cierran tarde". Decían los Siniestro Total años atrás... Y cierto es el estado de desasosiego que le entra a uno cuando está apurando su bien merecida caña, con la firme idea de pedir otra y aparece la escoba inquisidora del amo del bar anunciando el próximo cierre del local. Ya no queda compasión en esta esfera. Y más en ciertos momentos en los que uno se ubica en una vieja bodegueta o bar antaño modernista en buena compañía y conversación.

Pero debemos destilar un poco los momentos en los que uno se haya seriamente implicado en una sesión casual de beber y fumar. El tabaco es una aliado social de primer orden, de eso no cabe ningún tipo de duda. Hacemos uso de él para crear una pausa calculada ante una pregunta o afirmación comprometida. Otras para insuflar valor nicotinado a la hora de comentar o requerir otra situación un tanto o más comprometida. Pero está claro que hay sesiones de fumar y beber que tienen un especial significado por los elementos que se mecen de una manera totalmente aleatoria. Los tertulianos no recurren al reloj ni toquetean constantemente el móvil en busca de un mensaje de texto inexistente. Las horas se mecen tranquilas, pero seguras. Y la hora de corte surge espontánea sin traumas ni prisas. Entonces es cuando se mira el reloj y se da uno cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo. No hay que confundir el éxito de una sesión de fumar y beber con una batalla léxica y verbal, en que temas afloran por doquier y se habla de todo y por todo. Hay tiempo para las pausas, incluso para los silencios "que no molestan". Se debaten diversos asuntos y aunque los relacionados con temas de trabajo son inevitables, estos suelen ser barridos por prosa más auténtica y comprometida. La complicidad y convergencia de señales invisibles para el resto de los mortales tiene mucho que ver en el éxito de una sesión de este tipo. Normalmente uno aparece en el escenario de manera casual sin ningún tipo de objetivo previo. Ni pensar en lo que se va a decir o explotar un tema que tenemos de la mano para agasajar en la tertulia. Los temas van saliendo al vuelo y se van permutando con el éstado de ánimo.

Y no debemos equivocarnos. Una sesión de tomar copas y fumar no implica necesariamente acabar en un deplorable estado etílico. No es el objetivo ni mucho menos. Para eso recurriríamos al sector 'tajarín' del grupo de amigos o colegas, especializado en este tipo de misiones. Tomar copas y fumar en su puro estado es una filosofía que está al alcance de muy pocas personas. Se puede llegar a convertir en una marca de la casa o incluso en una señal secreta que sólo los auténticos militantes conocen, conservan y sobre todo cuidan. El mundo está lleno de secretismos y señales herméticas que vamos creando para proteger nuestra auténtica esencia. Muchos de esta esfera quieren entrar en el círculo pero no todos estan preparados y de nada sirve una mera declaración de intenciones. Otros se suben al carro aparentando poseer la esencia de este noble arte pero son rápidamente descubiertos y ellos mismos se deshechan ante el aura negativo que perciben por parte de los poseedores de la auténtica esencia. Con ello no quiero hablar de sectas o sociedades secretas. Tan sólo se requieren una serie de virtudes, casi todas ellas innatas y vocacionales. De nada sirve aparentar, los impostores son rápidamente descubiertos.

Quizás algunos denoten cierta disposición elitista en mis palabras. Para nada. Somos los que somos y nos mecemos por los designios del tiempo y las complicidades enquistadas en las esquirlas del momento. Sólo sé que me gusta tomar copas y fumar en el sentido puro de la palabra. Se puede considerar un estilo de vida, un complemento vital e incluso una necesidad temporal. Nuestra vida está llena de momentos, muchos de ellos secuenciales y es importante engancharse de vez en cuando a cierto caos controlado. Las asimetrías son necesarias y muchas veces se ciñen involuntarias al holograma del momento. Sin buscar algo finito, ni meta que una vez cruzada nos haga desentendernos de esta porción de tiempo. Al final de un camino, si es que le queremos llamar final, se abre otro y se ramifica en los estratos contemporáneos en pos de un futuro fructífero a nivel de vivencias personales. Nunca hay un final. Incluso después de nuestra muerte corpórea se abre un universo de dimensiones insospechadas. Se puede vivir en el tren de la mediocridad y estados sociales marcados cronologicamente o vivir solapados con los que nos ofrece la otra dimensión. Ciertamente, me gusta tomar copas y fumar...

martes, septiembre 16, 2008

Cuestión de equilibrio...

Muchas veces nos hemos planteado si nuestro devenir por este lado de la esfera está sujeto a un caprichoso plan. O simplemente nos regimos por un cuaderno de ruta que vamos modificando según las variables que en forma de escollos, van surgiendo por el camino. Y todo se trata al final de un curioso equilibrio entre las dos esferas. Llevo tiempo pensando en el asunto. Y en las probabilidades de éxito en esta misión que es la vida. Aunque debemos detenernos y pensar seriamente si en verdad tenemos una misión o nos dedicamos a vagar en una única dirección, pero con el cambio de sentido prohibido. Uno puede tener su propio manual de estilo y ceñirse a lo que está bien o mal desde su punto de vista ético. Pero a veces las condiciones especiales del momento hacen que tengamos que cerrar el manual y adaptarnos a las posibilidades del momento, y más cuando concurren circunstancias extraordinarias. Algo que se salga de lo común. Lo paranormal y las sinergias que coinciden en un momento dado. A veces debemos obviar lo evidente y apartarnos del camino, pero otras veces, las fuerzas del universo se alían en una extraña convergencia y es cuando prima aprovechar el momento y encauzarse en una dimensión paralela.

Es complicado de explicar si no se vive. Y más complicado de entender para terceras personas, si no se entiende. Se necesita tener un punto más allá en la conciencia, una sexta velocidad que no todos poseen. Una situación crítica en condiciones normales conlleva un giro de 180 grados y una huida. La no confrontación con entes que puedan condicionar nuestro camino. Y es entonces cuando surge el equilibrio natural y endémico que muy pocas personas poseen. Apartado de los convencionalismos y las trabas sociales de mentes estáticas y por lo tanto, erráticas. Las condiciones quizás sean adversas vistas desde el prisma convencional de gran parte de los mortales. Pero quizás talentosas y fértiles para propósitos más espirituales. Es el momento de las mentes preclaras. De las que ven el holograma humano y pueden atisbar el aura del conocimiento. Y con esta tesitura el equilibrio de poderes se mantiene y hace que las cosas discurran de una manera más ordenada dentro del posible caos latente. Uno se pone a pensar en los pros y en los contras, siempre desde la perspectiva de la mente afilada. Es cuando hay que aprovecharse de ese universo personal y enriquecedor que se nos ofrece. Quizás la puerta a esa dimensión sólo se abra una vez en la vida y luego no hay peros que valgan. Los famosos "y si" aquí pierden toda credibilidad. Son muchos los factores que tienen que coincidir para que la puerta se abra. El algoritmo probabilístico ejerce su poderosa fuerza y nos puede sumir en cierta perplejidad y escepticismo a la hora de cruzar el umbral. Una vez dado el paso, se sube un peldaño sobre la dimensión conocida y un microcosmos enriquecedor se nos ofrece en todo su esplendor. Pero la puerta tiene cierre retardado y hay que saber salir de esta dimensión en el momento indicado. Y no existen las variables fijas. Sus valores se mutan en consonancia con los tiempos. En las últimas unidades de tiempo, he podido morar en esta dimensión en muchas ocasiones y siempre he vuelto al mundo de los normales sin secuelas ni prejuicios. Estoy convencido de que el equilibrio es posible entre las dos esferas. Y cuanto más veces se abre, más sabio soy y más soez me parece la dimensión conocida. Aunque esta es necesaria para seguir llevando nuestras vidas de mortales navegando en baremos aparentemente sociales. Esto puede llegar a convertirse en una espiral de despropósitos si nos abandonamos a los requiebros de buena parte de los mortales. Es entonces cuando aparece el equilibrio y este nos mece dulcemente a ambos lados de la esfera.

También hay que pensar en los posibles daños coletarales que se puedan infligir al resto de los mortales. Pero entonces surge el egoísmo propio. El que otorga el poder de saber entrar y salir de esa dimensión que tanto nos enriquece. Es entonces cuando me doy cuenta del tesoro particular que poseo y que pasa desapercibido para el resto de entes que pululan por estos sectores. La complicidad se agudiza y los sentidos se afilan. Se crea un código propio de comportamiento y de comunicación encriptado que pasa totalmente inadvertido. Una serie de estelas de complicidad manifiesta. De atesoramiento de conocimientos y cultura quizás un tanto fuera del alcance de los moradores de este lado de la esfera. Pero lo cierto es que estoy dispuesto a seguir en esta tesitura que considero apropiada y enriquecerme cada segundo que more en la otra dimensión. Todo es cuestión de equilibrio y este se haya en un momento óptimo de fuerza. Las condiciones dadas son totalmente extraordinarias y no existen precedentes en el libro de los tiempos. No hablamos de convencionalismos ni de migajas morales o éticas. Es todo infinitamente superior. Tanto, que no se han acuñado términos para describirlo. Quizás los druidas del futuro empaquen el significado y la fuerza de este momento para labrar y cultivar una nueva guía de una civilización altamente cualificada para lidiar con la desidia que acecha nuestra actual dimensión. El poder de lo no evidente. El de las energías no detectadas por los sistemas actuales. El poder de una nueva escala cromática. El de un nuevo poderoso lenguaje camuflado y modulado en la verborrea común. La fuerza de la anticipación y de captar seres y estares. De anticipar hechos y mutar en brillante consonancia con los movimientos siderales. Todo esto es demasiado poderoso como para dejarlo de lado y no atender a los ofrecimientos que la otra esfera nos ofrece. Es simplemente, cuestión de equilibrio...

martes, agosto 26, 2008

El guiño de David

Florencia, 7 de agosto. La larga sombra del campanile de Santa Maria del Fiore me cobijaba cómodamente en esa pavorosa tarde de calor. Me había despedido instantes de mi compañera casual de viaje en un café junto al ponte vecchio, con la firme promesa de volvernos a ver. Adiviné su mirada lúcida y traviesa tras sus ray ban y nos besamos discretamente. Sentí cierto sonrojo en las mejillas y un desangelo recorrió mi espina dorsal. No era la primera ni sería la última vez en que nuestros caminos se cruzarían y cada vez que esto ocurría, algo explotaba en algún lugar de la otra esfera. Era el precio a pagar por la eclosión de dos almas errantes que viajaban en diferentes vagones y que a veces, por casualidad, coincidian en una longitud y latitud tan concreta como errática.
Espolvoreé los pensamientos de la despedida y me dirigí con cierto talante por la via ricasoli esquivando a turistas torpes y ocasionales. El edificio de la Galeria de la Academia se iba descubriendo antes mi y la moleskine comenzó a titubear entre mis manos. En la puerta enseñé la acreditación que mi amiga me había proporcionado y el mundo se abrió delante de mi. Tras pasar el pertinente y molesto control de seguridad, me enfilé directamente hacías las coordenadas que dictaba mi centro de mando neuronal. Sin darme cuenta me vi rodeado por los cuatro prisioneros que me desafiaban e intentaban con más fuerza que nunca deshacerse de su prisión de piedra. El peso de mi alma se multiplicó por mil y un pavor etéreo me invadió haciendo imposible cualquier movimiento. La torpeza se intuía en la coreografía improvisada de mi estéril huída. Me hayaba justo en el centro de los prisioneros y el resto de visitantes se presentaban a mi en proporciones y sensaciones nunca vistas, sin sombras y con una textura parecida al vapor. Apreté los puños y la mandíbula con la misma presión neumática y un esbozo de huída se dibujo a través del bosque humano inanimado. Y David se presentó ante mi. Con su mirada distraída y el porte hercúleo que otorgan sus más de cuatro metros de mármol de Carrara. La luz de la sala se fue atenuenado y los pocos turistas torpes y ocasionales desaparecieron en una extraña procesión. La calma se fue instaurando poco a poco y la estancia pareció retomar su pulso normal. Tomé la Leica, que formaba pareja con otra que posiblemente estuviese a unos metros de allí con el firme propósito de inmortalizar, más si cabe, el momento. Pero fue imposible. Los sentidos se afilaron y comenzaron a escudriñar limpiamente cada porción de mármol, cada ángulo, cada proporción. Incluso el aire que David ocupaba se mostraba como arte. La cámara se negó a disparar o fue más bien el dedo traidor y arrepentido que quería que la imagen se inmortalizara en mi memoria. Guardé la cámara en su funda y la tensión pareció desaparecer de nuevo. Rodeé a David varias veces, en ambos sentidos y su mirada desafiante pareció perseguirme. Bajé la mirada y estuve observando inútilmente mis botas durantes unos segundos... Tomé asiento en los bancos y de repente empecé a tomar notas inconexas en mi cuaderno. Páginas y páginas de relatos, sensaciones, matices, colores... Desafié de nuevo a David e intenté hacer un boceto de su silueta para tener una prueba real de la abducción... Pero de nuevo los sentidos se bloquearon y fue imposible ni trazar ni una sola línea. De nuevo los sentidos se afilaron y me dieron a entender que la imagen de David debería perdurar en mi memoria grabada a fuego lento. Me incorporé y rodeé a David unas cuantas veces, pero esta vez en sentido inverso. David emanaba energía y proyectaba una extraña sensación de poder. Ciertamente enturbiado decidí abandonar la sala y buscar algo de aire viciado. Todo era extrañamente limpio en este sitio. Observé a David por última vez mientras abandonaba la sala y pude imaginar un guiño de complicidad mientras me mostraba el pulgar de su enorme mano derecha en inequívoco símbolo de aprobación. No podía dejar de mirar hacia el gigante y al pasar de nuevo entre los cuatro prisioneros, estos soltaron una carcajada al unísono. De repente todo se volvió extrañamente normal de nuevo y el murmullo de los turistas torpes y casuales comenzó a borbotear de nuevo en mi cabeza. Abandoné la Galería y me enfilé con cierta violencia por la via ricasoli de nuevo, atravesé la piazza del duomo sin apenas hacer caso al campanile ni a la cúpula de nuestra Fiore y regresé de nuevo al ponte vecchio tras devorar en largas zancadas la via roma y las posteriores... El río Arno suspiraba perezoso a través del puente y eso me otorgó de nuevo cierta energía. Mi cuerpo necesitaba con cierta urgencia una grappa y un liadito especial. Guardé la cámara en el zurrón de piel de vaca auctaresa y busqué la lata de cinc donde moraba el tabaco inglés minuciosamente liado. El viejo zippo no falló y su llama azul prendió el liadito con prestancia y decoro. La primera calada inundó soezmente mi interior y la baliza de posición de mi cuerpo se estabilizó a compases nada erráticos. Ahora el mundo parecía tener una vertiente más digna y la grappa acabaría de entonar mi espiritu. Me encaminé hacía la piazza Trinitá y el rótulo del café de Marcello me posicionó finalmente en este lado de la esfera. Allí se encontraba el viejo abastecedor de cafés y bebidas espirituales. Tomé café y una grappa de un trago. Finalmente volvía a ser yo mismo y me emocioné internamente por ello. Una estúpida sonrisa se dibujó mientras caminaba de nuevo en busca de mi siguiente destino: Roma.
Decidí caminar hasta la estación de tren por la vía rápida, esta vez sin vagabundear ni atender cualquier resquicio de arte que se interpusiera en mi camino. La misión estaba ya marcada y nada ni nadie podría detenerme... Pero a la altura de la piazza de la stazione, el bramido de un claxon me devolvió a la realidad. Un todo terreno se detuvo a mi lado y vi mi imagen soez reflejada de nuevo en unas ray ban familiares.

- Te llevo, viajero del tiempo...

Su voz no sonó a pregunta si no a afirmación. Más bien a orden. Dudé el tiempo que tardaron dos turistas torpes y casuales en cruzarse en mi camino. Me subí al al viejo trasto y en la radio sonaba una versión del born to be wild... Ella arrancó al tiempo que se cerraba la puerta y una mirada, esta vez por encima de las ray ban, me interrogó y desnudó a tiempo parcial...

- ¿Que has estado haciendo estos días, viajero?

No supe que decir mientras ella se enfilaba rápida y audaz por el viale Francesco Petrarca..

-¿Sabes que? -susurró- Nos vamos a Siena... Tenemos asuntos que tratar. ¿Has estado alguna vez?

Si vengo de allí, pensé... Con un fuerte volantazo que trastabilló mi cabeza contra el cristal ella dijo entre dientes:

-Pues si has estado, te jodes y te vienes... Por cierto, aún estoy esperando que me digas, que has estado haciendo...".

- David y los prisioneros me abduccieron... David me hizo un guiño y me ha marcado el camino...

Una fuerte carcajada atronó en el interior del viejo e inefable cacharro...

- ¿Sabes que? Estás como una chota jejejejeje...

Se fijo las rayban y tras una fuerte y sonora palmada en mi hombro, aceleró el viejo trasto hacía el finito y el más allá de Siena...


viernes, julio 04, 2008

Nunca me entero de nada

De vuelta a este lado de la esfera. El viaje iniciático por la senda de la reconstrucción ha llegado a su fin y el ente que maneja mis devaneos me ha transportado de nuevo a la vieja Europa. Todo sigue casi igual. Bueno, todo no. He mejorado como persona y mi mente ha evolucionado en una escala importante. Eso me otorga una vitola de cierta prepotencia y me siento encantado de volver a estar navegando en este torrente que es la vida. La verdad es que la oscuridad que ha embadurnado mi trayecto ha evitado de ser partícipe de muchos acontecimientos y por lo tanto, de absorber conocimientos y costumbres de los mortales que pululan por estos lares.
Creo que estoy en deuda con muchos de vosotros y sobretodo conmigo mismo y me pongo ahora mismo a trabajar.

Hace poco en un sueño tuve la oportunidad de charlar conmigo mismo y verme desde el cénit de la templanza renovada. Estaba extrañamente descansando en un vórtice páramo y mi otro yo se acercó sigilosamente y se sentó junto a mi. Me ofreció un cigarro que acepté de buen grado. Permanecimos en silencio algunas unidadades de tiempo mientras notabamos que el sol se desperazaba y vertebraba al unísono la esencia de nuestros metabolismos. "¿Donde has estado?" me preguntó mi otro yo. Estuve meditando mi respuesta durante tres o cuatro caladas y no supe que decir. Mi otro yo fue rápido y me mostró un cuaderno y un mapa. El cuaderno albergaba numerosas y fértiles anotaciones, pero se veía truncado de golpe y unas decenas de páginas después comenzaba de nuevo a mostrar síntomas inequívocos de vida y palabrería casual. "¿Ves? Esas páginas en blanco son tu actual tributo a esta esfera en ese período sombrío. Tienes el libro de tu vida incompleto. Hay escenas y momentos que quizás puedas emular pero nunca serán los mismos. Una risa perdida, jamás podrá ser recuperada. Una charla obviada, tampoco podrá ser reconstruida por mucho que te esfuerces". Estas palabras me sumieron en un extraño sopor y una opresión gótica se apoderó de mi alma. En un momento el cielo se tiñó de ocre y los árboles se despojaron de sus hojas. Cuanta razón tenía mi otro yo. Y movido por una energía sinérgica me incorporé y vacié mi mochila junto a la vereda del rio. Oscuros y mohosos pedruscos se retorcieron sobre la hierba. Su peso atómico era superior al que yo podía acarrear y todo el camino estaba siendo cuesta arriba. Tomé los pedruscos y los arrojé sin miramientos al río. Estos borbotearon y se ahogaron en segundos emitiendo un quejido herrumbroso. El sol retomó su escala cromática y el sendero abrupto que estaba trazando se niveló y se tornó amable. El conejo blanco apareció con su reloj y me musitó: "hay prisa fredw, tienes mucho camino que andar". Y desapareció espolvoreando briznas de hierba. Cogí mi mochila y el cuaderno. Inspiré el fresco aire que emanaba de la cercana montaña y me encaminé hacía el Oeste. Mi otro yo, se despidió con una sonrisa sonora y despareció entre las brumas matineras. Tomé el sendero y caminé con ánimos renovados durante horas. Al torcer el camino, pasado los cerros de los suspiros avisté una ciudadela amurallada que me hizo un guiño descarado de bienvenida. En unos segundos me había plantado en su puerta fortificada y tras atravesarla, comencé a vagabundear por las estrechas calles empedradas. En un momento dado el azar quiso situarme en una extraña posada, con unas mesitas en el exterior. Tomé asiento y al instante una bella joven se apostó a mi siniestra blandiendo una mirada intensa, muy llena de vida. La observé durante unos segundos interminables y vislumbré en sus ojos el mapa que iba a guiar mi camino, mi nuevo camino. Era morena, no muy alta, bien proporcionada y recogía su pelo en una trenza vikinga. Sonreímos al unísono y desapareció como un terrón de azúcar en un té hirviendo. A los pocos instantes apareció de nuevo y depositó en la mesa una jarra de cerveza bien fría y un emparedado de longaniza. Devoré el manjar en cuatro suspiros y deglutí el sagrado líquido con una consternación inversa nunca vista. Una energía heurística se apoderó de mi ser e inyectó poder y decisión a mi futuro a corto plazo. La joven sonrío de nuevo y copié su movimiento facial. Copié cada fluctuación muscular y esbozé la mayor sonrisa del mundo. La ciudadela se me habia hecho pequeña y decidí en seguir el camino. La joven me besó y me entregó mi cuaderno. Me despedí no sin aflicción y dejé llevar mis pasos hacía occidente tras atravesar un notorio bosque de abedules. La mochila ya no pesaba y mi energía marcaba el ritmo a seguir. Y un mapa descrito en unos profundos ojos marrones guiaba mi destino. Así con fuerza el cuaderno y busqué mi estilográfica y decidí anotar la experiencia en las páginas en blanco. Al abrir el cuaderno una foto se desalojó y planeó mansamente hasta el suelo. Una foto en blanco y negro donde mi rostro salía sereno. Detrás de mi el entorno de la plaza levemente distorsionado era una señal inequívoca de que era de nuevo el protagonista de mi vida. Sonreí de nuevo y tras unos instantes de caminata encontré el sendero que me llevó de nuevo a esta esfera. Ha sido un camino de piedras y el regreso es evidente. Fredw pulula de nuevo por aqui. Ávido de conocimientos y de mostrar el costumbrismo que se asoma a cada momento en este lado de la esfera.