lunes, noviembre 17, 2008

Temblores en la otra esfera

Hace días hubo cierta inestabilidad en la otra esfera. Acostumbrado a lidiar la frontera con el equilibrio como cuaderno de bitácora, hubo una serie de circunstancias y variables no esperadas que alteraron el buen orden y causaron un pequeño temblor, felizmente subsanado desde el raciocinio. Anteriormente había comentado el riesgo de entrar y salir de la otra esfera, de evaluar riesgos y saber atemperar estados para evitar que la puerta se cierre. Y hablaba del poder de las mentes preclaras que sabían ubicarse en estos viajes y salir indemnes. Siempre se trata de un viaje paralelo con la otra esfera y cuando las circunstancias son óptimas, la puerta se abre, entramos, disfrutamos de ella y salimos con orden y criterio. Luego el viaje sigue, cada uno en su esfera. Las líneas siguen paralelas y pueden existir pequeñas divergencias o convergencias con un pequeño grado de desviación. Por norma general la convergencia gradual genera apertura y la divergencia nunca se debe excede de ciertos límites, pues ello conllevaría pérdida de señal y una posible incomunicación temporal.

Las experiencias vividas sirven para educar nuestro equilibrio y reconducirlo correctamente para evitar cierres apresurados. Y las normas por norma general, no existen. No existe un patrón que podamos calcar y saber en todo momento como actuar y como salir. A veces se producen extrañas conjunciones ajenas a nuestro control que nos hacen dudar o incluso rebasar ciertos límites no escritos. Factores externos aleatorios pueden jugar en contra nuestra y es cuando la otra esfera se puede volver inestable poniendo en peligro todo el orden establecido. Y así pasó. Llevaba una temporada en que por ciertas circunstancias la puerta no se había abierto. Y si se abría, lo hacía en extrañas circunstancias que impedían un total acceso en la otra esfera, causando cierto recelo. Cuando esto ocurre siempre hay un tiempo de acondicionamiento que nos permite estabilizarnos. El problema ocurre cuando la aparente apertura de la puerta ocurre en dos momentos muy seguidos de tiempo, cuando estamos en pleno proceso de adaptación. Estas nuevas variables, sumadas a la ansiedad en el fracaso de traspasar el umbral provocaron unas sinergias negativas que sacudieron a la otra esfera, que inmediatamente se defendió y causó una cierta inestabilidad. El punto de reposo actual se activó no demasiado tarde y tras los efectos colaterales de la inestabilidad creada, se produjo la consecuente estabilización del sistema. Las líneas divergieron a un punto importante pero rápidamente convergieron a un paralelismo, razonable para la gravedad del asunto. Todos estos datos y variables han sido asimilados y totalmente implementados en el nuevo cuaderno de bitácora. Sin que sea una ley escrita nos debe servir de lección y de referencia para posibles nuevos imprevistos.

¿La causa de esta inestabilidad? Se supone que el orden creado almacena por norma general las mismas variables y situaciones. Al incidir nuevos parámetros no conocidos provocaron una sobrecarga del sistema que directamente se desbordó en la otra esfera. Tras el tiempo de juicio y de reposo los sistemas parecen volver a funcionar correctamente. No sé si ello incidirá en próximas aperturas, pues la otra esfera aprende y se alerta. No le gustan las inestabilidades por pequeñas que sean y en este caso, como el error ha venido desde esta parte, deberemos ser pacientes y modularnos correctamente y sin ansias con las líneas paralelas.

Otro dato a tener en cuenta es el reparto de equilibrios entre las dos esferas. No existe una ecuanimidad ni un porcentaje fijo. Este reparto se va moviendo y modulando condicionado por referentes externos y otros factores. Algunas veces es cuando la otra esfera incide en el equilibrio a este lado y debemos saber también modularnos. Pues también la puerta se puede cerrar para la otra esfera. Es entonces esfuerzo de las dos esferas conseguir el equilibrio necesario. Esperemos que la otra esfera se estabilice y no nos tenga en cuenta el fallo de cálculo. Las líneas ahora se distribuyen paralelas y uniformes.

Y a veces me pregunto porque quiero cruzar la puerta. Existen riesgos, aunque de momento calculados. Aquí el raciocinio si aparece con fuerza. Y me gustaría hacer una representación gráfica de todo esto, aunque seguiré utilizando la prosa, que aunque a veces un tanto liosa sigue siendo la herramienta preferida para contar estados y ánimos.

Imagínense mi esfera o mundo como un conjunto de muchos elementos llamado ‘A’. Sería mi mundo real, el diario con todos mis asuntos, hobbies, conocimientos, roles, estados, personas, etc. Y otro mundo llamado ‘B’, que sería la otra esfera. Con muchos elementos propios y muchos de ellos diferentes. La intersección de elementos comunes A y B sería un buen caldo de cultivo para crear el estado óptimo de apertura de la puerta. Pero no, existen otras variables mágicas que acompañan a la intersección de elementos. Estados no escritos y para nada emulables o fingidos. Traspasar la frontera y ubicarse en esa intersección otorga un éxtasis mental de dimensiones intangilbles. Desarrollo de experiencias visuales y sonoras de diferente índole que suplementan y complementan el mundo real vivido y por vivir. Muchos definirían este estado como irreal. Como un sueño que tiene final y del que a veces no queremos despertarnos. Es cuando se activan las alertas para el regreso a la esfera pertinente. Entrar y salir conlleva riesgos como comenté en alguna ocasión. La ambición por querer saborear las mieles del otro lado debe ser comedida y regulada por el raciocinio. Las ganas y las ansias nos pueden llevar al extremo de querer forzar la apertura de la puerta y esta sólo se abre cuando se dan una serie de circunstancias mágicas y aleatorias. No existe ecuación ni fórmula ni por supuesto manual de combinatoria para abrir la puerta. Debemos dejar fluirnos por los momentos y la aleatoriedad paralela moverá sus mecanismos para que la entrada en la otra esfera sea sutil, cómoda y con un pasaporte de regreso no caótico ni traumático.