martes, octubre 11, 2005

Soñar en 16 colores

Lo más bonito en esta vida es poder soñar. Y si es despierto, mucho mejor. Y si los sueños se confunden con la realidad, sin que eso deba suponer una visita a un loquero o ingesta de pastillitas azules, la cosa obtiene una dimensión utópica. Con los años la gente cambia los sueños por facturas y preocupaciones. Cambia un repentino subidón de imaginación por unas arrugas causadas por noches estériles frente a un libro de facturas y un flexo de 60w. Cambia el poder imaginarse llevando la manija del mundo por una ordinariez puramente real. Y yo a veces sueño y me permuto en el espacio y el tiempo. Y alguna vez los sueños se han trenzado con la realidad. Ese dicho de la 'realidad supera la ficción'. Las autopistas neuronales se conjugan en espasmos de realidad casual en la espumadera de los despropósitos. Pero prefiero soñar que fue verdad. ¿O fue verdad que fue un sueño? Cierto día de mayo conducía mi viejo Opel por carreteras esteparias. En el ambiente, los Pearl Jam y el rumor perezoso del motor, se yuxtaponían con el humo del cigarro denso e innecesario. Mi destino era Bilbao y allí, con gente conocida y por conocer, debería unirme en un encuentro de estos en que miles de personas conviven en unos metros cuadrados sin hablarse, pero compartiendo bits a diestro y siniestro. De pequeño quise ser informático y cuando no lo consigue quise ser pequeño para volver intentar a ser informático. Ese bucle sin fin. Esas vueltas interminables en una glorieta sin señalizar. Y allí estaba yo. Quedé con un colega de Cáceres y estuvimos por el Botxo tomando botellines de Keler y pintxos. Hablamos de todo y de nada. Reímos e hicimos reír a una camarera simpática que nos invitó a la última ronda. Poco estuvimos en el evento. Apenas conectar nuestras máquinas a la red, retamos a una pareja de Auckland a unos envites al Diablo II (y perdimos). Dimos por buena la afrenta y nos recogimos en la noche del casco viejo donde revisitamos lugares y redescubrimos a compañeros de bytes embutidos en el disfraz de la noche. Y allí estaba ella. Alta, no demasiado fea ni extremadamente guapa. El ser capaz de instalar un Linux en un miniMac no hizo más que constatar que pudiese ser la chica de mi vida y yo quizás el chico de su noche. No me importó. Mi colega de Cáceres pululaba a mi siniestra con una compañera de Deusto y supimos telepáticamente que era la hora de nuestra temporal separación.

Y ella me tomó en sus redes invisibles y me permutó por sitios y lugares nunca conocidos. Compartimos ‘macetas’, tabaco y risas singulares. Me llevó en volandas y nada más que podía bambolearme en pasos simulados a través de los carriles humanos. El laberinto del casco viejo se me hizo cuesta abajo en espasmos inauditos. Navegaba sin cartas de navegación ni cuadrantes ni siquiera disponía de mi imaginario sextante. Tampoco hubiese sido capaz de ubicarme pues las estrellas se difuminaban entre el grisáceo cielo de mayo. Los sueños ya comenzaban a sentirse reales o quizás la realidad empezaba a vestirse de sueño. De repente un cortocircuito temático hizo que los condensadores elípticos de mis neuronas rezumaran de contexto. Las resistencias se colapsaron y en pleno subidón de datos inconexos me sumí en el caos hertziano. Sufrí el atasco. Un pantallaza azul en toda regla imposible de recuperar con la última configuración buena porque a no recordaba donde apuntaba el puntero que separaba lo real de lo imaginario…

Un sonido a aire salado me despertó en unas brumas desconocidas. Era de día. Lo sería porque mis biorritmos apuntaban a ello aunque la oscuridad era palpable. No reconocí a simple vista ni tacto el lugar donde moraba mi cuerpo. Mi cabeza estallaba percusionada por los simétricos latidos de mi corazón inexorable. Musitaba entre recuerdos certeros y cercanos aunque mis reflexiones divagantes chocaban contra la pantalla de la ingenuidad. No puede ser. Ella duerme a mi lado. Quizás mi otro lado compusiese en 16 colores la estancia, los olores y la silueta atemperada de mi compañera de alcoba. Me incorporé y suspiré rítmicamente. Con el mismo ritmo que sus pechos danzaban y se desenvolvían henchidos por su respiración corta y potente. Ahora todo lo interpretaba en colores básicos. Las siluetas se pixelaban abruptas y la belleza lineal de las cosas se rompía en cuadritos perfectamente alineados. Estaba funcionando con los requisitos mínimos del sistema y necesitaba una recuperación o un arranque a prueba de fallos. Palpé la ropa y no recordé una textura familiar. Con esmero visigodo olisqueé y no descubrí un olor que se ciñera a mi obtusa escala de valores. Definitivamente me había evadido en toda regla por el par de cobre de mi instalación. Supuestamente me hallaría dormitando en mi silla de trabajo apoyado sobre el teclado. Me juego unos créditos a que en la pantalla se muestra algo así como “goiygioiohsgigaoiioutetrksdjkejrrw9r0wre9ew0r9ew”. El zumbador de mi Athlon ya no suena, resquebraja un ‘beep’ eterno y soez.

Quizás sea al revés. Puede que comparta espacio, tiempo y hechuras con una extraña y fascinante mujer del norte que me hizo compilar sensaciones encontradas y fascinantes. Y quizás el sueño de realidad sería dormitar sobre el teclado en el pabellón junto a miles de personas que apenas se hablan y comparten bytes. No sé con cual quedarme. Pero lo idea de poder intercambiarme de esfera con una ALT+TAB me llena de satisfacción recíproca con mi estado de levitación vectorial. Sueño o realidad que más da. Me gusta visionar en 16 colores. ¿Alguien lo duda?

1 Comments:

At 11:08 p. m., Anonymous Anónimo said...

La verdad es que estoy de acuerdo contigo que soñar despierto es mucho mejor. No se si te ha pasado alguna vez que estás en un sueño y eres consciente de ello, pero no quieres despertar por que te gusta lo que esás soñando. Así que empiezas a disfrutarlo, a transformarlo, a dirigirlo hacia lo qe tu quieres... esos son los mejores sueños. Esos, y por supuesto los que son reales, pero de lo bonitos que son no te los puedes creer.

"Sueño o realidad que más da. Me gusta visionar en 16 colores." ¿Te suena?
Laura

 

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