Escribir por escribir de nuevo
Hay gente que vive para escribir y otros escriben para vivir. Unos pocos lo hacen para entretenerse y unos muchos lo hacen como trituradora mental para purgar la presión de un día o una vida quizás, mala y anodina.
Yo lo hago para entretenerme y cuando me canso de jugar al GT4 abordo desde mi perspectiva limitada y soez temas tan insignificantes que a veces se me olvidan justo antes de abordar el teclado. Tienes una buena idea, pero en lontananza del patio se ilumina una ventana y adivinas ua forma de mujer que desfila por su espacio y declinas el tecleo por una reflexión atemporal. ¿Tiene uno derecho a juzgarse como un vil pirata de espacios perdidos? No lo creo. Tan solo es un punto de inflexión momentos antes de que la hemorragia de ideas palpiten inexorables por la red. Entonces enciendes un cigarrillo y el humo crea imagenes caprichosas y se filtra juguetón por los resquicios de la persiana. Tiene vida el humo. Y entonces quizá esa mujer que explora el universo del patio intuye una humareda de tabaco rubio que huye para fundirse con los cumulonimbos en otra latitud y longitud distraída. Y si le hace pensar en eso, bien vale la pena fumar ese cigarrillo, por mal que le haga a mi organismo.
Pasan unas horas y en un bar del barrio creas un encuentro con un viejo camarada de barrio. Siempre bebe cerveza. Siempre en el mismo vaso. Siempre fuma. De hecho, el pitillo de punta incandescente forma parte de su morfología. Y tose. Tos seca e histórica per jamás escupe. Se adivina una repentino subidón de presión en sus globos oculares y sonríe distraido. Y me habla de sus noches en vela. Donde a la luz de una bombilla de 45w escribe poesía y relatos de felonías de personajes irreales en una noche transcendental. Escribe con boli en un viejo cuaderno de tapas marrones. Y jamás me ha dejado leerlo. Dice que es su recuerdo de ayer que le sirve para afrontar un día más. ¿Tus cartas de navegación? -pregunto-. "No, son solo balizas que impiden que me atasque en esta cuesta y sepa volver a la húmeda oscuridad de mi prisión". No entiendo que manía tiene la gente de atascarse en etapas ascéticas. No entiendo como pueden ser capaces de bajar la potencia de sus impulsos vitales. Si intenta dar pena no lo consigue, más bien se gana un hastío y unos centímetros de barra libre. La gente normal intuye a los tapados y prefiere no tener que dar cuentas ni saludar. Yo me enriquezco con todo esto. Y me sirve para pedir mi quinta cerveza justo en un día que había decidido no beber. El alcohol acompasado templa el ánimo y calienta el espiritu y uno se vuelve más voluble y comunicador. Pero no estoy dispuesto a que me roben las ideas (por estúpidas que sean) y callo, bostezo y miro de reojo un partido de segunda división que monopoliza la estancia. Es cuando escribo mentalmente. Pago, invito a la enésima e innecesaria cerveza a mi camarada y me despido. Llego a casa con un borbotón insultante de ideas, tramas, nombres y prohombres. Le quito la funda a mi vieja olivetti, pongo un folio y justo cuando empieza el concierto de teclas, la luz de esa ventana vuelve a lucir soez. Enciendo un cigarrillo y musito al compás de la música de un anuncio que brama en franca distorsión por el patio.
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